viernes, 29 de marzo de 2013

Las corcheas de la desgracia


Nunca una guitarra. Nunca una cuerda
que eclipse mi llanto desafinado,
el aria de mis sollozos no entendidos,
la voz de mi desaliento a capela.
Nunca un violín que adorne
un desamor ridículo, huérfano voluntario
de orquestas barrocas.
Odiar es más sencillo si no hay música.
Claro que es fácil repudiarte cuando
se han quemado todas las sinfonías,
los sonidos que inspiraron mi obra mutilada.
Perdida en la sordera de tus sílabas,
reinvento nuevos compases en los que
cultivar mi esquizofrenia auditiva.
Me he exiliado de todas las escalas.
Ya nunca volveré a componer.

Rocío Rubio














Finalista del I Certamen de Poesía de Amor "Ishbiliya"

martes, 19 de marzo de 2013

Gótica ninfa


Noches de noviembre.
Murciélagos que se avergüenzan
de su herencia sanguinaria,
grillos que yacen afónicos
al borde de alcantarillas.
Noche, mi noche.
Cuántos cuadernos emborronados,
cuántos trazos en los que enmarañé tu espectro.
Líneas difusas en cuadrículas
de horas desperdiciadas en colegios,
lejana memoria de los días
en los que entonces –sólo entonces- te tocaba.
Rememorada época de una adolescencia
que no tuve conciencia de vivir.
Pinturas rojas resistentes al frío,
bragas impermeables a deseos ajenos
y muslos a la intemperie quedan lapidados
bajo el impasible olivo del recreo.
Falda que remangué en la clandestinidad
de un baño femenino.
Diluí en aguarrás mis letras de canciones,
compré un sofisticado bicarbonato
para extinguir tu aliento de mi aliento,
y hasta colgué de alfileres
tu risa endeble, hoy deshidratada.
Nuestro noviembre sobrevive,
va y viene cada otoño.
Sobreviven las lágrimas bajo cero,
mi deseo de velar esta noche tétrica.
Mira qué silencio a nuestro alrededor.
Devoré las alas de los murciélagos.
Ya nada por atragantarme queda.

Rocío Rubio

Finalista en la XIV edición del certamen Arte Joven