Aborrezco la música, los
pentagramas que escribí
antes de que me traicionaran las
musas.
Aborrezco todas las vocales que me
llevan a ti.
en esta habitación sin ventanas:
llora antiguas canciones retenidas
para siempre en la telaraña de mis
neuronas.
Hoy me reconozco débil. No
encuentro versos
para cantar a un febrero tan
terrible.
Talibanismo musical de mi corazón
hostil
que no quiere escuchar ninguna nota
alegre.
Se burlan de mí las corcheas,
las redondillas
que danzan sobre la partitura de mi
desgracia.
Se conjuran las ninfas para que no
deje
de recordarte nunca, como el último
resquicio
de mi memoria continuamente
asaltada.
Cómo no despreciar la música.
Rocío Rubio
Del poemario Las corcheas de la desgracia.