sobre el telar de un ultraje,
fosas donde perecen deseos
que no llegaron a cumplirse.
Monstruos de grandes avenidas
que me escupirán con sus ojos,
desde la pulcritud infame
de su caridad postiza.
Mis blusas seguirán rotas.
Tú seguirás sin amarme.
Y las puertas giratorias
me rajarán cuando las atraviese.
Mi hambre no le importará
al fotógrafo costumbrista,
ni al turista que va a la caza
de un folclore artificioso.
El satén seguirá desvencijado,
como telar cosmopolita de una urbe
que me expulsa de ella a bofetadas.
En la indiferencia de mis días.
En el cataclismo de tu nombre.
Rocío Rubio
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