La función de las miradas rígidas
terminó por derribar el escenario.
La función de las lenguas cohibidas
se quedó sin público y sin butacas.
quemó las cortinas para poner en
evidencia
nuestra más patética interpretación.
Nuestro sainete sin gracia.
Y ahora, sal a saludar a los bastardos.
Brinda con el coñac de los perdedores
por una reposición sin disfraces.
Porque di, ¿qué nos queda por ocultar,
si no es la dulce estupidez de los que
evitan como un incendio su pasado?
Pirómanos de una nostalgia lejana
que jamás volveremos a encontrar.
No dejes de sonreír ante el aplauso.
No dejes la ternura estúpida del actor
Que se encuentra ante el peor papel
de su vida. Nadie te despedirá
de la función: solo los ojos
que alguna vez quisieron seducirte.
Pero el lagrimal murió, disecado,
en el charco de las pestañas movedizas.
No dejes de saludar a tu público.
No dejes de odiarme en los días
románticos.
Rocío Rubio
Del poemario Retales de una pasión incompleta
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